Recientemente Filipinas se convirtió en el primer país del mundo en aprobar comercialmente la siembra del arroz dorado, un cultivo con fines humanitarios que ha sido víctima de mucha desinformación y regulación excesiva.
Aquí los principales puntos clave sobre su importancia en el combate a la desnutrición, cómo y quienes lo desarrollaron, y lo que se viene a futuro.
Genetic Literacy Project agosto, 2021.- «Este arroz podría salvar a un millón de niños al año”, se leía en una famosa portada de la revista Time de julio de 2000. El reportaje cubría un avance revolucionario: el primer arroz que podría producir un nutriente clave para ayudar a aliviar la deficiencia grave de vitamina A en los países en desarrollo. Desafortunadamente, este logro tuvo que esperar más de 20 años para obtener la primera aprobación comercial, lo cual sucedió en Filipinas el mes pasado.
El camino que ha recorrido este cultivo humanitario no ha sido fácil, y también ha sido víctima de mucha desinformación y regulación excesiva. Aquí comparto 10 datos clave sobre el arroz dorado:
1. Es tan natural como cualquier otro transgénico
Contrario a la desafortunada imagen popular que relaciona “químicos tóxicos”, peligro nuclear o científicos locos cuando se trata de modificación genética de cultivos, el arroz dorado se desarrolló insertando algo tan natural como un gen del maíz y otro de una bacteria muy común relacionada con el mundo vegetal.
La primera versión del arroz dorado (GR1) se obtuvo insertando un gen (psy) de la flor del narciso y otro (crtl) de la bacteria Erwinia uredovora. Ambos genes hacen posible completar una vía bioquímica inconclusa que no permite la producción de betacaroteno, precursor de la vitamina A en el cuerpo humano, en los granos de una planta de arroz. Aunque la cantidad final de betacaroteno producida fue muy baja, este avance mostró que la ingeniería genética podría superar un gran muro al mejoramiento convencional, ya que no existe una variedad de arroz con ni siquiera un nivel mínimo de betacaroteno en sus granos para mejorarlo por selección y cruce. Incluso si el mejoramiento tradicional fuera posible, el proceso sería largo y llevaría muchas generaciones estabilizarlo a un nivel aceptable. Era necesario insertar los genes de otra especie y la ingeniería genética lo hizo posible.
La segunda versión del arroz dorado (GR2) se obtuvo reemplazando el gen psy del narciso por uno del maíz. Estos genes se expresaron exclusivamente en el grano, no en toda la planta. Este enfoque logró aumentar el contenido de betacaroteno 23 veces en comparación con la primera versión.
2. Solo una taza puede salvar la vida y la vista de los niños
Algunos activistas siguen repitiendo que una mujer embarazada o un niño deben comer grandes cantidades de arroz dorado para producir el nivel diario requerido de vitamina A. Esto lo hacen tomando cálculos de la primera versión (GR1), que fue una prueba de concepto, no un producto final. Con el nivel alcanzado en la segunda versión (GR2), la que se usa para el mejoramiento con variedades locales en los países asiáticos, solo 100 gr de arroz dorado crudo pueden suministrar hasta el 89-113% y el 57-99% del requerimiento promedio estimado ( EAR) de vitamina A para niños en edad preescolar y escolar en Bangladesh y Filipinas, respectivamente.
Además, el arroz dorado tiene la ventaja de que su betacaroteno es altamente asimilable. Por ejemplo, se ha demostrado que en comparación con la espinaca, una verdura reconocida como una fuente rica en vitamina A, el cuerpo convierte el betacaroteno del arroz dorado en vitamina A aproximadamente cinco veces más eficientemente.
La deficiencia de vitamina A sigue siendo la principal causa de ceguera infantil prevenible y un mayor riesgo de infección en más de 190 millones de niños en todo el mundo. Este arroz ciertamente no es la «solución mágica», pero es una herramienta viable que puede ayudar a erradicarlo. Los críticos a menudo mencionan que esto se puede lograr con programas internacionales de ayuda alimentaria que proporcionan suplementos a través de píldoras o la fortificación de alimentos locales en la fase de procesamiento. Sin embargo, el éxito de estos esfuerzos ha sido limitado debido al financiamiento externo inconsistente, al escaso poder adquisitivo y al acceso limitado a los mercados y hospitales en los países pobres. Integremos todas las soluciones posibles y no dejemos ninguna afuera.
3. El arroz dorado es un alimento seguro
Se ha demostrado que todos los cultivos transgénicos comerciales no tienen diferencias en la seguridad alimentaria o el impacto ambiental en comparación con sus versiones convencionales. Y más de 250 instituciones científicas y técnicas lo reconocen.
De la misma forma, el arroz dorado ha sido probado en varios estudios -aquí algunos de 2019 y 2020– e incluso ensayos clínicos de consumo infantil y adulto, que demuestran además de ser una fuente eficaz de betacaroteno, las nuevas proteínas expresadas en este arroz no son similares a ningún alérgeno o toxina conocida, y se desintegran en el sistema digestivo.
Los activistas a veces mencionan que puede haber un riesgo de «hipervitaminosis» por consumir un alimento con «alto contenido de retinol o vitamina A». ¿Es esto cierto? Ignorando el curioso ángulo de esta afirmación teniendo en cuenta que anteriormente los mismos activistas repitieron que el arroz dorado tenía cantidades ínfimas de precursores de vitamina A, conviene dejar claro que el arroz dorado no tiene altos niveles de vitamina A, sino de betacaroteno, un pigmento que funciona como un precursor de la vitamina, y que el cuerpo humano la transforma según sea necesario. Si hay un exceso de betacaroteno, simplemente se almacena en el tejido graso o se elimina en la orina. Y no se ha informado de toxicidad por niveles altos de betacaroteno, algo que además dudo que ocurra en países con desnutrición por micronutrientes.
4. Es un esfuerzo del sector público
Aunque gran parte de los cultivos transgénicos a nivel comercial en la actualidad han sido desarrollados por el sector privado (las regulaciones excesivas lo han facilitado, pero es harina de otro costal), el arroz dorado es un cultivo que nació en el sector público y se ha trabajado desde entonces como una herramienta con fines humanitarios.
El primer arroz dorado fue desarrollado por Ingo Potrykus (del ETH Zürich) y Peter Beyer (de la Universidad de Friburgo) y aunque en 2004 se hizo una alianza con Syngenta (que tenía las capacidades necesarias) para desarrollar la segunda versión del arroz, la empresa liberó el uso de la tecnología con fines humanitarios sin costo de patente o regalías. Ese evento biotecnológico permitió a los países integrarlo en sus programas de mejoramiento de arroz y desarrollar variedades públicas locales de arroz dorado.
Algunas fundaciones e instituciones gubernamentales han proporcionado recursos o capacidades para el proyecto internacional del Arroz Dorado. Este esfuerzo ha sido dirigido en Asia por el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), con sede en Filipinas. Además, las entidades públicas de Bangladesh e Indonesia han cultivado sus propias variedades de arroz dorado, y es importante enfatizar que todas las organizaciones involucradas han declarado no tener interés comercial en su uso agrícola.
Esto significa que, por ejemplo, una variedad local de semillas de arroz dorado en Bangladesh o Filipinas, se vendería al mismo precio que el arroz convencional, y los agricultores pueden guardar parte de la cosecha para replantar sin problemas.
5. Ha recibido aprobaciones oficiales de consumo
Hasta la fecha, las evaluaciones de las agencias reguladoras en los Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Filipinas han declarado que el arroz dorado es un alimento seguro para el consumo humano. Esto reafirma la seguridad alimentaria y el potencial que han demostrado los estudios.
En las aprobaciones de propagación comercial, después de Filipinas, Bangladesh podría ser el segundo país en aprobar el arroz dorado. Anteriormente se pensaba que serían los primeros tras una inminente aprobación de consumo y cultivo comercial a finales de 2019, que aún se encuentra en suspenso. Indonesia, India o China también podrían ser países futuros para unirse a este grupo.
6. Se acerca el «súper arroz»
Las entidades relacionadas con el proyecto del arroz dorado, como ETH Zurich e IRRI, no se han centrado únicamente en el betacaroteno. También trabajan con ingeniería genética para aumentar los niveles de hierro y zinc en el grano de arroz, utilizando genes de poroto/manzana, otros nutrientes muy importantes para el desarrollo infantil y la salud en general, pero desafortunadamente, de bajo consumo en los países en desarrollo. Algunos grupos de investigación también utilizan la edición de genes para aumentar los mismos nutrientes.
Cabe destacar que el IRRI está trabajando en avances interesantes como el desarrollo de variedades con bajo índice glucémico, que ayudarían a prevenir la diabetes, la tolerancia a climas extremos incluyendo calor y salinidad, o el famoso “arroz C4”, que expresa una vía fotosintética más eficiente que podría incrementar los rendimientos en un 50% más de granos.
7. Oposición y boicot de Greenpeace y activistas
El miedo a los alimentos nuevos no es algo nuevo y los alimentos transgénicos, incluido el arroz dorado, no han sido ajenos a este efecto. Desde la década de 1990, cuando los primeros transgénicos salieron al mercado, los activistas y grupos de interés han difundido el miedo y la desinformación.
Una ONG central por su popularidad internacional ha sido Greenpeace, que al momento de defender glaciares, especies en peligro de extinción o la responsabilidad humana en el cambio climático puede ser muy riguroso en citar el consenso científico, pero para la ingeniería genética lo olvidan por completo. Durante dos décadas, han difundido mitos y campañas de terror sobre el arroz dorado entre la prensa, los políticos y grupos ambientalistas y de consumidores locales.
En 2013 ocurrieron hechos lamentables cuando unas 400 personas atravesaron las vallas y destrozaron los campos experimentales de arroz dorado del IRRI en Filipinas. Otros incluyen las protestas locales en los últimos años llevadas a cabo por una red de ONG locales contra la aprobación del arroz dorado.
8. Apoyo a más de 150 ganadores del Premio Nobel
La oposición mencionada anteriormente llevó a varios Premios Nobel en 2016 a publicar una carta abierta a los gobiernos reconociendo la seguridad y el potencial de los cultivos transgénicos y el arroz dorado, y condenando la oposición y pidiendo un boicot contra la oposición de Greenpeace. El documento, actualmente firmado por más de 150 premios Nobel, termina con una dura frase: «¿Cuántas personas pobres en el mundo deben morir antes de considerar esto un ‘crimen contra la humanidad’?»
El tono de la carta de los Nobel no es para nada exagerado. Existen estudios con estimaciones de pérdida de vidas y desarrollo humano debido al retraso en la aprobación del Arroz Dorado. Incluso algunos, como el destacado genetista George Church, van más allá al afirmar: “Cada año que retrasas [el arroz dorado], es otro millón de personas muertas. Eso es un asesinato en masa a gran escala. De hecho, según tengo entendido, hay un esfuerzo por llevarlos a juicio en La Haya por crímenes de lesa humanidad”.
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9. El arroz dorado recibe reconocimiento internacional
El Arroz Dorado fue reconocido entre los 10 mejores proyectos de biotecnología, dentro de los proyectos más influyentes de los últimos 50 años por el Project Management Institute (PMI) en 2019. Por su potencial, comparte una reputación en el ranking junto con avances revolucionarios como el proyecto de genoma humano, fertilización in vitro, clonación de la oveja Dolly y órganos cultivados en laboratorio, entre otros.
10. Bonus track: aprobación divina
En un encuentro entre Ingo Potrykus y el Papa Francisco en 2013, Potrykus le entregó una muestra de arroz dorado, que fue bendecido por la autoridad religiosa. Así que, al menos para los católicos romanos, este cultivo tiene «aprobación divina». Vale la pena mencionar que si bien la Iglesia Católica no tiene una declaración oficial, este arroz, y los transgénicos en general, cuentan con el apoyo de la Academia de Ciencias del Vaticano.