Cultivos transgénicos permiten producción récord en suelos degradados de Paraguay



Un grupo de 14 agricultores campesinos de la zona de San Juan Nepomuceno, Caazapá, hace 10 años tomó el desafío de progresar y asegurar el sustento para sus familias, lo que están logrando mediante el uso manejos sustentables y de biotecnología agrícola (con cultivos genéticamente modificados), según señala el informe del Instituto de Biotecnología Agrícola (Inbio).


ABC Color / Inbio Paraguay / junio de 2020.- Caazapá es un departamento con muchas riquezas, pero en algunas zonas sus suelos están muy degradados. Un grupo de productores esta logrando el arraigo rural, mediante trabajo, asistencia técnica permanente, la introducción de prácticas sustentables y el uso correcto de biotecnología, con apoyo del Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO), informó el Ing. FabioVega, extensionista del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

“El suelo estaba muy degradado, según los pobladores de la colonia ya llevaba unos 120 años de explotación agrícola y los productores trabajaban con el sistema agrícola tradicional, con corpida, quema y arado, todos los años, por lo que el suelo se iba degradando cada vez más”, refirió el técnico.

Agregó que la zona se caracteriza por tener un suelo arenoso con contenido de arena mayor a 80% en los primeros 50 a 60 cm del suelo. Así empezamos a trabajar, iniciando el proceso de recuperación de suelo con el cultivo de abonos verdes”, explicó.

Pequeños productores paraguayos del programa en Caazapá.

El Ing. Fabio Vega recordó que la gente que empezó el proyecto era muy humilde, de los 35 pequeños productores que inicialmente formó el grupo en esa zona, solo 3 de ellos tenían carros con bueyes. “Los rendimientos de sus cultivos eran muy bajos, y muchos pensaban en vender sus tierras y buscar otras más fértiles. De esa cantidad inicial unos 14 productores quedaron para trabajar, los demás se fueron retirando porque pensaron que los resultados tenían que ser rápido, no entendieron que todo es parte de un proceso”, relató.

“Empezamos con parcelas semilleras, como ellos no tenían abonos verdes, pedí semillas a otro grupo con el que trabajaba en ese entonces y conseguí en forma de préstamo unos 100 kilos de kumanda yvyra’i, con la condición de que se le devuelva el doble, 200 kilos. Les distribuí 2,5 kilos de semillas más o menos a cada socio y se hicieron de semillas ese primer año, así empezamos”, prosiguió.

También dijo que en el primer año desarrollaron parcela semilleras, el siguiente periodo hicieron parcelas demostrativas, y el tercero se implementó la siembra directa sobre rastrojos; y recién en el cuarto año de trabajo, se pudo ver los primeros resultados.

Ing. Agr. Fabio Vega y don Trifón Ruiz Díaz

“Cuando arrancamos, don Trifón Ruiz Díaz tenía un rendimiento de maíz tupi pytá de 800 kilogramos por hectárea, su algodón estaba en unos 680 kilogramos por hectárea, y el maíz chipá en 700 kilogramos por hectárea, en un suelo muy degradado”, recordó.

Destacó que, con el apoyo de Inbio, se les enseñó el correcto uso de la biotecnología. “Aprendimos sobre las variedades y su manejo, mediante ello pudimos lograr mejores resultados en nuestra producción, tanto que llamó la atención de nuestras autoridades. El año ante pasado, cuando tuvimos óptimas condiciones climáticas, logramos rendimientos importantes”, destacó el productor.

En esa oportunidad, su maíz rindió 7.000 kilogramos por hectárea; el algodón, 2.970 kilogramos por hectárea. El buen rendimiento motivó al propio ministro de Agricultura de ese entonces a que fuera a visitarles, recordó.

El experto del MAG dijo que era difícil de creer que se pudiera llegar a ese nivel de producción de maíz en un suelo tan degradado. Sin embargo, se debe destacar que el rendimiento récord de don Trifón fue con el maíz DKB390 Triple Pro, en un año agrícola excepcional con lluvias bien distribuidas.

Acorde con el informe del Inbio, hoy este pequeño productor, Trifón, quien incorporó en su finca el manejo sustentable de la agricultura, siguiendo con la siembra de abonos verdes y sumando la soja a su producción para el consumo de sus animales, además del maíz y algodón; comparte su aprendizaje con el resto de su comunidad que formaron la comisión “Porvenir”, integrado por 30 productores que iniciaron este desafío y hoy cosechan éxitos.