Refinación del aceite de palma sería más eficiente a menor temperatura


Con un procedimiento a menos de 60 °C se consigue reducir el contenido de los compuestos que afectan la calidad del producto –como los ácidos grasos libres– y recuperar hasta el 86 % de la vitamina E.



Estos son algunos de los resultados obtenidos por Luis Alberto Figueroa Casallas, magíster en Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien trabajó en esta propuesta para evitar la formación de compuestos potencialmente tóxicos a causa de las temperaturas superiores a 140 ºC a las que suelen llevarse a cabo estos procedimientos.

El magíster trabajó a partir de tecnología desarrollada en la Universidad: un contactor de película líquido-líquido (LLFC), dispositivo creado por el profesor Paulo César Narváez pensado originalmente para trabajar en la refinación de biodiésel, que consigue aumentar la productividad y reducir el número y tamaño de los equipos que se requieren.

Este proyecto nació del interés que han demostrado el sector industrial y la academia para mejorar los procesos de retirar elementos como los ácidos grasos libres, materias primas que vienen mezcladas en el aceite cuando se extrae de los frutos de la planta y que con el paso del tiempo tienden a degradarlo, debido a que se descomponen y alteran las percepciones sensoriales y la calidad final del producto.

“Aunque para retirar la mayor cantidad de estos componentes convencionalmente se ha utilizado una ruta física en un ‘desodorizador’, durante esta parte del refinado se pueden formar compuestos potencialmente tóxicos –y hasta cancerígenos– como los ésteres del glicidol (GE) y el 3-monocloropropano-1,2-diol (3-MCPD), debido a la presencia en el aceite tanto de diglicéridos como de compuestos clorados y acidez, además de la temperatura superior a los 140 ºC”, explica el investigador.

Así mismo, en ese equipo convencional se descompone la mayoría de los fitonutrientes –como la vitamina E– por el calor o se destila, por lo que también era necesario recuperarlos dado su valor en la industria farmacéutica.

“Notamos que con el proceso de extracción de ácidos grasos y de fitonutrientes con el que trabajamos también impedimos la formación de las moléculas tóxicas que fomentan el desarrollo de células cancerígenas cuando están presentes en los alimentos, pues la temperatura a la cual llevamos a cabo el proceso de refinación es muy baja y no se cataliza su formación”, detalla el magíster.

Agrega que, por su pureza, el aceite refinado que se obtiene puede contener propiedades que abren mercados como el farmacéutico.

Para llevar a cabo este procedimiento utilizó como solvente etanol, a partir de los resultados obtenidos por el investigador Fredy Manyoma, egresado del mismo programa.

Con esto, en las mejores condiciones de operación evaluadas, fue posible reducir el contenido de ácidos grasos libres de un 3,7 % a un 0,07 % en peso, extrayendo el 98 % de dicho componente presente en el aceite. Además se recuperó el 86 % de los fitonutrientes y no se detectó la presencia de GE y 3-MCPD en el producto final.

Modelo matemático

En el estudio también se generó un modelo matemático del funcionamiento del equipo con el que se trabajó para estandarizar el proceso y hacer una predicción de su comportamiento a escalas de producción industrial al cambiar las condiciones que alimentan el proceso.

Por último, se diseñaron los equipos de un sistema de extracción a escala piloto en la que se generen 9,7 kg/ha. La reducción en el contenido de ácidos grasos libres y la baja temperatura del proceso lo convierten en una alternativa interesante para refinar aceites vegetales para el sector alimenticio y farmacéutico.

Actualmente la empresa Oleoginosa San Marcos mantiene un convenio con la UNAL para hacer de esta planta una realidad y ponerla en marcha para llevar estos procesos a una escala industrial.