Residuos de plátano y palma, materia prima para empaques


Con el bagazo de la hoja y el tallo del plátano, y la vaina de las palmas, se elaboran dos tipos de empaques biodegradables que los agricultores pueden producir pues no se requieren equipos especializados ni costosos.



Los empaques hechos con la vaina de palma son impermeables, resisten a las condiciones de humedad y temperatura, y además permiten conservar mejor los alimentos.

“Cuando el empaque de vaina se moja se puede secar en dos horas y recupera su forma original; su composición rígida prolonga su vida útil y protege los productos del mercado”, explica la estudiante Alisson Mosquera Cifuentes, de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira.

Ella emprendió su trabajo atendiendo las inquietudes de los productores de la Red de Mercados Agroecológicos del Valle del Cauca (Redmac), quienes buscaban alternativas al uso de bolsas plásticas para transportar los alimentos y entregárselos a los consumidores.

Para elaborar los empaques eligió el bagazo de plátano y la vaina de la palma común porque son materiales naturales que los campesinos consiguen fácilmente.

“En términos de volumen el bagazo representa cerca del 65 % de la cosecha de plátano. Sin embargo los agricultores lo aprovechan muy poco, por lo que lo utilizamos para producir un empaque tipo papel. Aunque este no es tan resistente como el de la vaina de palma, se obtiene mediante un proceso 100 % manual que está al alcance de cualquier agricultor”, explica la futura diseñadora.

La elaboración de los empaques hechos con este insumo les daría una salida comercial a los residuos y ayudaría a mitigar el impacto ambiental ocasionado por el uso de bolsas plásticas, además de aportar valores agregados en protección y conservación de los alimentos.

Un proceso a difundir

Durante la formulación del proceso, la diseñadora realizó una revisión en fuentes documentales sobre los mejores procedimientos para elaborar papel a partir de residuos agroindustriales y los referentes de usos similares. “Se identificó que estos dos insumos ya se habían aplicado para producir empaques de pasabocas, pero no para desarrollar los del mercado”, relata la estudiante Mosquera.

Después ella recolectó los materiales en las instalaciones de la U.N. Sede Palmira. El bagazo se cortó en trozos de 3,5 cm de largo, se lavó y dispuso en agua durante 24 horas y se puso a hervir durante tres horas a fuego constante; luego se licuó con agua y pegante para madera (Carpincol).

El material resultante se pasó por un tamiz para retirarle la humedad, se utilizaron toallas pequeñas y se secó a temperatura ambiente durante dos días. Así se obtuvo una pasta con la que se diseñó el primer empaque, aunque la estudiante comenta que “también se puede utilizar un horno para secar, en un proceso que tardaría alrededor de un día”.

Por otro lado, la vaina de palma se recogió cuando aún estaba verde y se cortó en pedazos de 10 x 10 cm. “La dejamos secar durante una semana e hicimos un proceso de ‘sanduchado’ juntándola con Carpincol, agua y aserrín. Para unir las capas del material se utilizó una prensa, con lo que se obtuvo una membrana firme”, destaca.

El proceso avanza en el marco del trabajo con la comunidad que hace el Grupo de Investigación en Agroecología de la U.N. Sede Palmira, y ahora se proyecta hacia una serie de capacitaciones con productores de la Redmac, para que puedan producir los empaques.

“A futuro planteo que estos materiales se utilicen en los empaques de las semillas que les entregan a los agricultores, pues la idea es que estas conserven mejor las características de germinación que se pueden perder por cuenta de factores ambientales”, declara.

Según el último Censo Nacional Agropecuario, publicado por el DANE, Colombia tiene una producción anual de 4,8 millones de toneladas de plátano. En el Valle del Cauca se produce el 5,4 % del total nacional, ocupando el séptimo lugar entre los departamentos productores del país.