¿Tequila transgénico? Mexicanos desarrollan agave que acumula más azúcar en menos tiempo


Científicos mexicanos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) utilizan biotecnología para manipular los genes del agave con el objetivo de generar más azúcares en menos tiempo.

Además, ya visualizan otras modificaciones para ayudar al cultivo a soportar condiciones climáticas adversas, hacerlo resistente a agentes patógenos, e incluso, evitar la floración de la planta, proceso donde el agave consume rápidamente los azúcares acumulados en años y después muere.


La helada negra es un fenómeno meteorológico, con temperaturas por debajo de los 0 °C de larga duración —hasta cinco horas—, que pone en riesgo a cultivos tan importantes para el país como el agave tequilero. La masa de aire desciende muy próxima al suelo, lo que pone en riesgo la calidad de cultivos como el agave.

En marzo de 2016, los agaveros de Jalisco temían lo peor, ya que una nevada cayó sobre los cultivos al norte de la entidad y recordó aquella helada negra que casi 20 años atrás azotó a ese y otros estados del país.

No era para menos, el fenómeno de diciembre de 1997 frenó la producción de 250 millones de litros de tequila y dejó pérdidas de 700 millones de dólares (mdd). Había una diferencia imperceptible en el momento en el que los cultivos se teñían de blanco: las plantas no estuvieron más de dos horas con temperaturas menores a cero grados, con todo y que cayó más nieve.

“La temperatura más baja fue de -1 en la región de Los Altos, pero a las 12 del día ya no había nieve”, refiere Martín Muñoz, coordinador del Centro de Referencia de Agave-Tequila del Consejo Regulador del Tequila (CRT).

El saldo de la segunda contingencia no fue tan grave, pero recordó la vulnerabilidad de una industria directamente vinculada a la disponibilidad de una materia prima compleja y de características únicas.

El Agave tequilana es la especie preferida por la industria, debido a que tiene mucho más contenido de azúcares que cualquiera de las otras especies, refiere June Simpson, investigadora del Departamento de Ingeniería Genética del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) en Irapuato, Guanajuato.

En los últimos seis años, el promedio de contenido de azúcar en el agave ha sido de 22% a 23%, “aunque existen plantaciones que tienen hasta 34% y hay otras que a lo mejor no fueron manejadas adecuadamente, con contenido inferior a 20%”, comparte Muñoz.

Fenómenos climatológicos como las nevadas no solo exponen a la planta a plagas y enfermedades, también la obligan a “invertir tiempo y nutrientes” en su recuperación, en lugar de ocuparlos en crecer y acumular azúcares.

Su cultivo enfrenta otro problema: la planta se propaga vegetativamente y no por semilla sexual, es decir, le sacan hijuelos para multiplicarlos, comenta Víctor Villalobos Arámbula, presidente Emérito del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

En esta técnica de selección orientada al rendimiento, el productor de agave a veces “descuida la resistencia a enfermedades o la concentración de azúcares”, sin considerar que son los azúcares lo que el industrial convierte en tequila.

“Lo demás del agave es agua”, recuerda Muñoz, del CRT. Villalobos agrega que tener una población tan homogénea aumenta el riesgo de que llegue una enfermedad y devaste todo.

Estas situaciones han motivado a científicos, empresas y organismos como el Consejo Regulador de Tequila (CRT), a apostar por la investigación y el desarrollo de soluciones tecnológicas, orientadas a lograr una mejor planeación y ordenamiento de la oferta y la demanda de la materia prima, desde mejoras en el cultivo tradicional y el uso de biosoluciones hasta la modificación genética de la especie.

Recombinar el agave

Uno de los avances de la industria para garantizar la disponibilidad de materia prima fue la reducción de los ciclos de precocidad. Hace unos años se requerían 10 o 12 años para aprovechar el agave y actualmente los industriales utilizan ejemplares de cinco o seis años que tienen los mismos rendimientos de azúcares.

¿Es posible reducirla más? June Simpson es especialista en biología molecular de plantas y forma parte de un grupo de científicos que, desde hace cuatro años, intensificó una investigación que pretende acelerar la maduración de un agave mediante la manipulación de sus genes, sin descuidar el contenido de azúcar en la especie.

El proceso inicia con implantes de plantas de agave de hijuelos o bulbillos (plantas pequeñas) para cultivo in vitro y el uso de Agrobacterium tumefaciens como un transmisor natural de información genética, el cual permitirá crear un canal para realizar la manipulación genética, según explica Simpson Williamson.

Los resultados podrán estar listos antes de que termine 2018, pero prefiere no entrar en detalles sobre los alcances de la investigación: aún es difícil saber cuánto podrá incrementar el contenido de azúcar, pero la esencia es manipular genéticamente las enzimas que producen los azúcares para que fabriquen más en menos tiempo.

Todavía “no publicamos [avances] ni hemos hecho publicidad [sic]… falta mucha investigación básica pero estamos a punto de decir que tenemos un sistema consistente y funcional”, menciona Simpson.

Daniel López, asesor técnico de Clarke Modet, consultora en propiedad industrial, ve factible usar la recombinación genética para inducir caracteres que ayuden al agave a soportar condiciones climáticas adversas o para hacerlo resistente a agentes patógenos.

Evitar la floración de la planta (que indica la madurez de la especie y señala que está lista para jimarse) es otra de las aplicaciones posibles del trabajo que efectúa el equipo de Simpson. En la floración, el agave usa en 10 meses los carbohidratos generados en años.

Después “la ‘piña’ queda vacía de azúcar y humedad y la planta muere”, según indica el informe Agave Azul, historia por venir, de Ana Valenzuela, profesora e investigadora del Departamento de Botánica y Zoología del Centro Universitario de Ciencias.

Según Simpson, es posible llegar a controlar el proceso con ayuda de plantas transgénicas, lo que permitirá a los industriales ahorrar tiempo y dinero, de modo que podrán cosechar las plantas cuando les convenga.

Adalberto Benavides, especialista en biología y genética hortícola de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, destaca que el uso de cultivos genéticamente modificados es una herramienta que “definitivamente puede hacer esa pequeña diferencia que permita a los productores ser más competitivos”.

Y… ¿la denominación de origen?

La investigadora del Cinvestav asegura que los agaves transgénicos serán viables para hacer tequila, sin embargo aún no está claro si el CRT —como ente regulador y certificador de productores de agave y tequila— permitirá elaborar la bebida a partir de plantas genéticamente modificadas.

Martín Muñoz asegura que la modificación genética no está a discusión en la industria. Simpson afirma —por separado— que el Consejo no ha considerado el impacto en la industria, ni a nivel regulatorio, porque no ha habido una innovación similar.

La discusión apenas empieza y en ella deben estar varios elementos como probar que no hay cambio sustancial entre el producto original y el agave genéticamente modificado.

Daniel López, ingeniero en biotecnología por el IPN, básicamente dice que será el mismo agave, con la diferencia de que el genéticamente modificado “tiene insertados unos genes que le dan ciertas ventajas que lo hacen más productivo o resistente al medio ambiente”.

Además, lo que se consume no es el agave, sino un producto creado de un proceso de fermentación y destilación y, en principio, “el tequila elaborado a partir de agave genéticamente modificado tendrá que ser exactamente igual a un tequila de agave convencional”.

La industria prefiere trabajar en el mejoramiento del agave, pero a través de soluciones naturales, según Muñoz Sánchez.

Arysta Lifescience México desarrolla biosoluciones elaboradas a partir de insectos, hongos o de extractos vegetales o aminoácidos.

El objetivo es proteger a las especies de condiciones climáticas adversas que ocasionan estrés en cualquier planta y por ende una baja en su rendimiento, dice Virgilio Valdés, director de Investigación y Nutrición Vegetal de la compañía.

Roberto Escalante, director general de la empresa, reveló que Arysta trabaja con una de las tequileras más grandes del país, sin dar nombres pero en alusión a José Cuervo. La empresa que cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) rechazó participar en este texto al afirmar que se trataba de información que no podía divulgar.