La yema de estos huevos presenta un mayor contenido de ácidos grasos como el omega 3 –importante en la nutrición y salud humana–, en comparación con los producidos por gallinas comerciales como las Lohmann Brown, que se conservan en jaulas
UN/DICYT El potencial genético estudiado forma parte del trabajo que desde hace algunos años adelantan los miembros del Grupo de Investigación en Genética Animal (GIGA), de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quienes han recorrido zonas de Boyacá, Caldas, Cauca, Cesar, Cundinamarca, Córdoba, La Guajira, Santander y Tolima para establecer la diversidad de gallinas criollas que existe en el país.
Con la dirección de la profesora Ligia Jiménez, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia, estudiantes de posgrado y pregrado se han acercado a las comunidades indígenas y campesinas, las cuales se han convertido en las guardianas de estos animales, cuyo nombre científico es Gallus gallus domesticus y que hoy se ven amenazados por la invasión de las líneas comerciales en la producción avícola.
Los huevos de las gallinas criollas se caracterizan porque son azules, verdes y marrones, lo que evidencia la presencia de pollos precolombinos en las Américas.
Estas características especiales de los huevos fueron el punto de partida para que la profesora Jiménez se preguntara si en su composición también poseían atributos que los pudieran hacer atractivos.
A partir de ahí se analizó el perfil de ácidos grasos de la yema de los huevos de las gallinas criollas, las cuales suelen mantenerse libres y con una alimentación en la que las comunidades campesinas incluyen sobras de cocina, maíz, col, papa, plátano y, en raras ocasiones, concentrado.
El estudio se llevó a cabo con huevos recolectados en una finca de la inspección de Cumaca, municipio de Tibacuy, en Cundinamarca, cuyo contenido de ácidos grasos se comparó con los huevos de una línea comercial del Centro Agropecuario Marengo de la UNAL, las Lohmann Brown, mantenidas en jaula y en pastoreo –gallinas felices.
“Hicimos cuatro repeticiones de toma de huevos y al mismo tiempo sacamos muestras de sangre de las gallinas, para el análisis genético”, detalla la profesora Jiménez.
El perfil de ácidos grasos se llevó a cabo en la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia, y se obtuvo un contenido más elevado de los ácidos grasos omega 3 –ácido linolénico (ALA), ácido docosapentaenoico (DPA), ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido araquidónico (ARA), entre otros– para los huevos de gallina criolla.
Estos ácidos grasos son esenciales para la salud y la nutrición, ya que como el cuerpo humano no puede sintetizarlos, es necesario mantener una fuente de estos por medio de la alimentación.
Por esta razón, los huevos de gallina criolla se podrían considerar como un alimento funcional, ya que contribuirían a la seguridad alimentaria no solo de las familias campesinas e indígenas, sino de los consumidores en general.
Rastros de su origen
El trabajo con las gallinas criollas ha llevado al GIGA a identificar no solo la amplia diversidad genética que aún se conserva de estas gallinas en el territorio nacional, sino además rastros de su origen.
Aunque se sugiere que durante la conquista se introdujeron gallinas provenientes de la península Ibérica, el análisis de ADN mitocondrial hecho por los investigadores ha evidenciado que en América ya existían ejemplares de esta especie, los cuales probablemente llegaron de las islas Polinesias a Chile y Perú.
Con las muestras de sangre tomadas a las gallinas se hizo una extracción de su ADN y se aplicó una técnica conocida como PCR, que permitió amplificar y secuenciar un fragmento de los genes FADS1 y FADS2 (∆5 – y ∆6 –desaturasas), los cuales habían sido reportados en una raza de gallinas japonesas, debido a la existencia de unos polimorfismos (variación en la secuencia de un lugar determinado del ADN en los cromosomas entre los individuos de una población) asociados con una deposición más eficiente de los ácidos grasos omega 3 en la yema de huevo.
Según explica la profesora Jiménez, en las gallinas criollas se observó una frecuencia elevada del alelo benéfico con 92 % frente a un 0,05 % en las aves comerciales analizadas, lo que muestra que estos animales tienen un gran potencial genético, gracias a una mejor eficiencia y contenido más elevado de ácidos grasos omega 3, no solo en la yema de sus huevos sino también en su carne, aunque esto último no fue verificado en el estudio.