Seguro que durante algún día en la playa te has fijado en esos insectos acuáticos que se deslizan sin esfuerzo por la superficie del agua.
Probablemente se trataba de algún miembro de la especie de los halobates, unas criaturas que aprovechan el fenómeno de la tensión superficial para caminar por el agua como si fuera tierra firme.
El secreto reside en las microtexturas con forma de hongo que recubren las vellosidades de sus patas. Ahí, quedan atrapadas microburbujas de aire que los mantienen a flote.
Y ese tipo de estructuras, también presentes en la especie del colémbolo acuático, son las que han inspirado a los científicos de la King Abdullah University of Science and Technology (Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah) en el desarrollo de una nueva membrana para la desalinización del agua.
No en vano, el agua salada de los mares puede proporcionarnos muchos recursos.
“Los científicos se han fijado en las vellosidades de insectos acuáticos a fin de crear una membrana desalinizadora capaz de atrapar gases al sumergirse en el agua.”
El equipo de investigadores creó inicialmente unas láminas de silicio bioinspiradas con unos poros que se estrechan por los extremos. Las pruebas demostraron que la capacidad de retener los gases del material se mantiene durante más de seis semanas. Posteriormente, trasladaron el diseño a un material de fabricación más sencilla: el polimetilmetacrilato (PMMA). El prototipo final es capaz de eliminar el 100% de la sal en el agua durante noventa horas seguidas. Además de su eficacia y resistencia, el nuevo diseño es más ecológico y ofrece un coste de producción inferior. Ahora solo queda por investigar su escalabilidad industrial.
El otro reto de la desalación
En los últimos años se han propuesto nuevas tecnologías de desalinización, algunas de las cuales han desfilado por nuestra página. Sin embargo, además de encontrar maneras de mejorar la eficiencia del proceso, otro de los desafíos consiste en procesar las salmueras procedentes de la desalación, que suelen devolverse al mar con sistemas de bombeo, lo que puede ser perjudicial para los ecosistemas marinos y supone un gasto de energía adicional.
En el MIT acaban de presentar una nueva solución tecnológica que pasa por convertir parte de la salmuera en compuestos químicos como el hidróxido de sodio, también conocido como sosa cáustica.
Además de sus aplicaciones en la industria química, este componente permite optimizar el propio proceso de desalinización, ya que puede usarse para llevar a cabo un tratamiento previo del agua salada que modifique su acidez y, de este modo, impedir la obstrucción de las membranas empleadas.
La sosa cáustica sobrante podría comercializarse también para mejorar la sostenibilidad del proceso. Por último, la tecnología del MIT podría utilizarse asimismo para extraer ácido hidroclórico, que serviría para limpiar piezas de la planta, así como emplearse en la producción de hidrógeno.
Fuente: imnovation-hub.com
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