Un estudio de la Universidad Harvard afirma que, a corto plazo y escala local, aumentar los parques eólicos altera parámetros que provocan un aumento de la temperatura de la superficie. La polémica no se ha hecho esperar y el artículo ha recibido una lluvia de críticas
James Temple | traducido por Ana Milutinovic
El poder del viento está en auge en Estados Unidos. La producción de energía eólica del país es 35 veces superior a la que tenía en el año 2000, y ya representa el 8 % de su mix energético. Aunque es una contribución pequeña frente a la de países como España, donde el viento produce el 20 % de la energía, el Departamento de Energía de Estados Unidos espera que la capacidad de los aerogeneradores se cuadruplique para el año 2050.
Pero un nuevo estudio realizado por dos investigadores de la Universidad de Harvard (EE.UU.) demuestra que aumentar mucho la producción de energía eólica podría impulsar el calentamiento a nivel regional durante las próximas décadas. El estudio lanza preguntas importantes sobre la cantidad adecuada de energía eólica que se debería producir para limpiar los sistemas de electricidad.
El trabajo, publicado en la revista Joule, afirma que si la energía eólica abasteciera todas las demandas de electricidad de EE. UU., la temperatura de superficie continental del país aumentaría en 0,24 °C. Ese aumento podría ser mayor que la reducción de temperatura que el país espera conseguir con la descarbonización del sector eléctrico durante siglo, que se estima en cerca de 0,1 °C.
En un comunicado, el coautor del estudio y profesor de física aplicada y política pública en Harvard David Keith, famoso defensor de la geoingeniería, afirma: «Si miramos los próximos 10 años, la energía eólica en realidad tiene, en algunos aspectos, un impacto climático mayor que el carbón o el gas. Pero si analizamos los próximos 1.000 años, entonces la energía eólica es mucho más limpia».
Dado que las reducciones de emisiones se acumulan, «calentamiento evitado» mediante la eliminación de las fuentes de combustibles fósiles podría ser superior a cualquier calentamiento por fuentes eólicas en el periodo del próximo siglo (que es el que ha analizado el estudio). Keith y el autor principal del estudio, Lee Miller, postdoctorado en Harvard, subrayan que sus conclusiones significan que los científicos y los responsables políticos deben tomar en serio este efecto secundario de la energía eólica, y considerar cuidadosamente qué papel darle en el cambio hacia la energía limpia.
En un correo electrónico, Keith afirma: «Nuestro análisis sugiere que, cuando sea posible, podría ser más sensato apostar un poco más es la energía solar y un poco menos en la eólica«.
Según la investigación, el calentamiento producido por la energía eólica sería 10 veces mayor que el que causarían las placas solares. Aunque esta otra fuente renovable también pueden provocar aumentos de temperatura, estos son bastante más pequeños.
El problema clave es que las turbinas eólicas generan la electricidad al extraer la energía del aire. Esto reduce la velocidad del viento y altera «el nivel de calor, de humedad y de la dinámica entre la superficie y la atmósfera», explica el estudio. Eso puede producir cierto nivel de calentamiento.
Algunos estudios previos también han identificado este efecto, pero en general, estos trabajos solo analizaban este impacto a un nivel muy local o muy global. Este nuevo trabajo ha intentado explorar una «escala plausible» para la energía eólica en un único país de gran tamaño. Los investigadores compararon sus resultados con las observaciones directas en los parques eólicos, y descubrieron que coincidían.
Cabe destacar algunas limitaciones importantes de este estudio. La investigación señala que el efecto del calentamiento depende en gran medida de las condiciones climáticas locales, así como del tipo y la ubicación de las turbinas. Pero no analiza los impactos más allá de las fronteras continentales de Estados Unidos ni períodos de tiempo superiores a un año. Y es difícil imaginar que en este país se esté construyendo algo que se acerca a ese nivel de energía eólica.
El profesor de la Universidad de Stanford (EE.UU.) especializado en turbinas eólicas John Dabiri ha criticado el estudio. En su opinión, las simulaciones se basan en un indicador para aerogeneradores que aumenta la resistencia aerodinámica en la superficie de la tierra. En un correo electrónico, el experto afirma: «Es bien sabido que este tipo de suposiciones basadas en modelos no ayudan a predecir el flujo en los parques eólicos reales». Sostiene que una anterior simulación «más realista» encontró «poco cambio de temperatura cerca de la superficie».
La Asociación Americana de Energía Eólica tampoco ha tardado en cuestionar las conclusiones. En una declaración remitida a MIT Technology Review y atribuida al exdirector general de investigación, Michael Goggin, la asociación afirma: «Debido a que el reciente estudio solo se centra en los impactos localizados durante un corto período de tiempo, en gran medida se exagera el impacto de la temperatura de la superficie de los recursos renovables en relación con los combustibles fósiles. Si el estudio, en cambio, examinara los plazos globales y de larga duración que realmente importan, los recursos renovables se desarrollarían cientos de veces, si no infinitamente, mejor que los recursos fósiles«.
Los investigadores de Harvard afirman que sus hallazgos coinciden con los efectos observados directamente en los cientos de parques eólicos de EE. UU. Keith, además de defender la geoingeniería, también es un defensor público de la energía limpia. Y afirma que está seguro de que algunos interpretarán mal o distorsionarán el estudio para discutir el despliegue de la energía eólica. «Pero no sería ético por parte de la comunidad investigadora ocultar los impactos de las energías renovables solo porque creamos que deben promoverse», concluye Keith.
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