Alcanzar la inmortalidad es lo que impulsó a las personas a lo largo de la mayor parte de su historia y sigue siendo el sueño supremo. Hay muchas leyendas y cuentos peculiares sobre la búsqueda de los elixires de la vida.
Los alquimistas medievales trabajaron incansablemente para encontrar la fórmula de la Piedra Filosofal, que tenía propiedades rejuvenecedoras. Otra leyenda cuenta los viajes de Juan Ponce de León, quien, mientras conquistaba el Nuevo Mundo, buscaba una misteriosa fuente de juventud. Pero una de las variedades de medusas ha superado durante mucho tiempo a las personas en las habilidades de la vida sin fin.
La criatura, de no más de cuatro milímetros , Turritopsis dohrnii , es conocida como la «medusa inmortal». A diferencia de otros organismos vivos, Turritopsis dohrnii es capaz de rejuvenecimiento e inmortalidad biológica. ¿Como sucedió esto?
Comencemos por comprender el ciclo de vida general de una «medusa mortal» común. Se reproduce sexualmente: el esperma del macho fertiliza el óvulo de la hembra y se forma un cigoto. El cigoto crece como una larva y va a la deriva hasta que se adhiere al lecho marino. Una vez asentada, la larva se convierte en un pólipo, que luego se reproduce asexualmente. Para hacer esto, libera pequeñas medusas de su propio cuerpo, luego crecen hasta una etapa adulta y se multiplican antes de morir.
La medusa inmortal Turritopsis dohrnii también sigue este ciclo, pero no siempre muere después de reproducirse: puede elegir un camino alternativo e invertir su ciclo de vida. En el camino, el cuerpo de la medusa se encoge, formando lo que parece una esfera llamada «cisto». La esfera se desplaza hasta que se pega al fondo y luego genera un nuevo pólipo, que a su vez da lugar a nuevas medusas, entrando nuevamente en el ciclo.
Este proceso puede continuar indefinidamente y permite que las medusas eviten la muerte. Las claves de la inmortalidad de la medusa Turritopsis dohrnii están escritas en su ADN, pero encontrarlas no fue tarea fácil. Un equipo de investigación liderado por Carlos López Otin de la Universidad de Oviedo, España, ha contribuido a descifrar el genoma de esta medusa inmortal. Los resultados se publican en la revista PNAS.
Usando varias herramientas bioinformáticas y genómica comparativa (comparación del libro genético entre especies), se ha encontrado que la especie Turritopsis dohrnii posee una serie de variaciones genéticas que contribuyen a su plasticidad biológica y longevidad.
Los genes descubiertos están asociados con varias claves del envejecimiento, como la reparación y replicación del ADN, la renovación de la población de células madre, la comunicación de célula a célula y la reducción del entorno celular oxidativo que daña las células, etc. Los mismos procesos están asociados con el envejecimiento en humanos.
Además, un estudio detallado de cada etapa del rejuvenecimiento de las medusas reveló una serie de cambios en la expresión génica que se requieren para que las células se transformen a través de un proceso conocido como desdiferenciación. Esto permite que Turritopsis dohrnii reinicie efectivamente su propio reloj biológico. Todos estos mecanismos actúan sinérgicamente en conjunto, organizando así el proceso que asegura el rejuvenecimiento exitoso de la medusa inmortal.
Desafortunadamente, el cuerpo humano aún no puede replicar lo que hace la medusa. Sin embargo, en términos de descubrimientos médicos, podemos tomar prestados algunos conocimientos. Después de todo, la inmortalidad existe, ¡probada en medusas!
(Fuente: The Conversation. Foto cortesía de Daniel Maeso Miguel y Maria Pascual Thorner).