Suzanne Lambert, una estudiante de la Universidad de la Universidad de Ciudad del Cabo (UCT, Sudáfrica) ha creado el primer ladrillo del mundo hecho de orina humana.
Más allá de lo curioso de la materia prima, el invento busca ayudar al medioambiente evitando emisiones de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases responsables del efecto invernadero, y reciclando los minerales que se eliminan con la orina.
Esta idea de usar urea para cultivar bio-ladrillos había sido probada previamente en Estados Unidos, con productos sintéticos, pero Lambert ha sido la primera en usar orina humana real para fabricar el producto. Para ello, los investigadores recolectaron orina de urinarios masculinos especialmente diseñados en el edificio de ingeniería de la universidad y lo mezclaron con arena y bacterias.
Los ladrillos biológicos se crean a través de un proceso natural llamado precipitación de carbonato microbiano, similar a la forma en que se forman las conchas marinas. La arena suelta, que ha sido colonizada con bacterias que producen ureasa, se mezcla con la orina. La ureasa rompe la urea en la orina, produciendo carbonato de calcio, que cementa la arena. “Cuanto más tiempo permita que las pequeñas bacterias produzcan el cemento, más fuerte será el producto”, explica Dyllon Randall, profesor titular de ingeniería de calidad del agua en la Universidad de Ciudad del Cabo, quien supervisó el proyecto.
Beneficios para el medioambiente
Esta técnica para fabricar ladrillos evitará al medioambiente emisiones de CO2. Los ladrillos comunes deben ser cocidos a temperaturas que llegan a los 1.400ºC lo que genera una alta producción de dióxido de carbono, mientras que la precipitación carbonatada microbiana se puede realizar a temperatura ambiente.
Por otro lado, la gran mayoría del fósforo presente en la orina se puede convertir en fosfato de calcio, un ingrediente crucial en los fertilizantes, pero que se está agotando en el suministro. Además, la orina representa menos del 1% del agua residual doméstica, pero contiene el 80% del nitrógeno, el 56% del fósforo y el 63% del potasio que se encuentra en el agua residual, minerales muy valiosos en la industria de fertilizantes, que se usan para hacer un fertilizante sólido. El líquido restante se utiliza para cultivar el bio-ladrillo.
Fuente: nmas1.org
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