El cisco o película que cubre la almendra de café y la estopa de coco son fibras vegetales cuyo uso representa valiosos aportes a la industria colombiana. Por ejemplo, si estos se mezclan con los residuos plásticos usados en la fabricación de sillas o mesas, es posible elaborar estibas, armazones rígidos sobre los que se pone la mercancía. Con esta “segunda vida” productiva, se mitigaría el impacto ambiental.
En Colombia se produce una gran cantidad de residuos agroindustriales, al mismo tiempo que la generación de residuos plásticos aumenta como consecuencia de la alta demanda de polímeros.
Datos de la Federación Nacional de Cafeteros muestran que en 2022 se produjeron cerca de 2,9 millones de sacos de café, los cuales dejaron alrededor de 178.000 toneladas de cisco.
De otra parte, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, de la producción de coco se obtienen unas 7,2 toneladas por hectárea, de las cuales, cerca de 45.000 toneladas son de estopa, producto que suele utilizarse para la elaboración de artesanías.
Con respecto a las resinas plásticas residuales, las cifras de Colombia Plast muestran que su producción creció en un 68 %, con una estimación anual de 1,4 millones de toneladas en producción industrial.
El ingeniero ambiental, Diego Fernando López Rodríguez, magíster en Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, afirma que, “en la actualidad, los residuos lignocelulósicos y plásticos son dispuestos en rellenos sanitarios, teniendo en cuenta que en el país no existe normatividad alguna que promueva la separación en la fuente y el aprovechamiento de este tipo de material”.
Los residuos lignocelulósicos agroindustriales, son definidos como aquellos residuos o subproductos de cultivos cosechados y que posteriormente han pasado por un proceso de modificación o procesamiento. Estos se componen de lignina, hemicelulosa y celulosa, elementos promisorios en el ámbito industrial.
El magíster propone la elaboración de un biocompuesto obtenido a partir de residuos vegetales y plásticos post-industriales (polipropileno y polietileno de alta densidad). El material resultante sirve para la elaboración de elementos como estibas, armazones rígidos sobre los que se pone la mercancía distribuida de forma homogénea en altura y superficie.
Explica que, mediante un proceso de extrusión, el cual permite mezclar por acción de la temperatura los residuos vegetales y los plásticos post-industriales, se obtuvo el nuevo material, el cual es fácil de moldear y cuenta con buenas características o propiedades mecánicas.
Según el magíster, “la combinación de los materiales aporta al mejoramiento de diferentes propiedades en los biocompuestos como la resistencia al impacto, a la humedad y a la corrosión; además, son flexibles”.
Otro hallazgo del trabajo es que la estopa de coco, el cisco de café y los plásticos post-industriales, reflejaron un aumento en el módulo de tracción y flexión final del 30 %, así como una alta durabilidad.
Así mismo, según análisis técnico – económico, la producción y venta de biocompuestos tendría un margen de utilidad del 11 %, debido a que la obtención de la fibra vegetal puede lograrse a bajo costo.
Con respecto al impacto ambiental, las estibas elaboradas tienen bajo impacto ambiental asociado a la huella de carbono. “La elaboración no superó los 490 kilogramos de dióxido de carbono”.