Se estima que para el año 2050 la población mundial llegará a los 9.700 millones de habitantes, lo que disparará la demanda alimenticia global. Según datos de la FAO, este incremento en la demanda alimentaria solo se podría suplir si la producción agrícola se aumenta un mínimo de un 50%.
No existe una única solución para alimentar a una población creciente con alimentos saludables de una forma sostenible para el medioambiente. Pero la biotecnología es una herramienta clave para afrontar este reto, que combinada con otros enfoques y tecnologías innovadoras puede asegurar alimentos nutritivos para una población en constante crecimiento.
El aumento de la población exige una mayor superficie urbana. El aumento de la demanda de alimentos exige una mayor superficie agrícola. En este último punto, las cifras indican que sólo existe un 5% de superficie terrestre que podría ser destinado a la agricultura sin implicar deforestación, por lo que las posibilidades de incrementar la superficie agrícola para dar de comer a una población creciente son limitadas. Ante este reto, la biotecnología agraria juega un papel clave al permitir incrementar la producción agraria sin incrementar la superficie de cultivo. Tomemos España y Portugal como ejemplo, los dos únicos países europeos que cultivan maíz Bt, la única variedad MG autorizada para su cultivo en la UE.
BIOTECNOLOGÍA AGRARIA EN DATOS
Desde 1998, el cultivo de maíz Bt ha permitido a los agricultores españoles y portugueses obtener una producción adicional de 1,89 millones de toneladas, para alcanzar esos niveles de producción con maíz convencional habría sido necesario cultivar una superficie agrícola adicional de 15.240 hectáreas en los dos países. Durante el período de 21 años, el ahorro equivalente de tierras derivado de la producción adicional ha sido de 188,890 hectáreas.
Indirectamente, el maíz Bt también ha contribuido al ahorro de agua gracias a los mayores rendimientos y a su incremento productivo. Conseguir la producción del maíz Bt con semillas convencionales habría requerido el uso adicional de 1.042 millones de m3 de agua de riego.
Solo en 2016, el cultivo de semillas biotecnológicas permitieron un beneficio económico de más de 15.390 millones de euros y de más de 157.370 millones de euros en el período 1996-2016. Mantener los niveles de producción alcanzados en 2016 sin cultivos biotecnológicos habría requerido la siembra adicional de 22,4 millones de hectáreas: 10,8 millones de hectáreas de soja; 8,2 millones de hectáreas de maíz; 2,9 millones de hectáreas de algodón; 0,5 millones de hectáreas de colza.
Se espera que el 90% del crecimiento de la producción de cultivos a nivel mundial provenga de una mayor siembra y de la obtención de mayores rendimientos. El cultivo de semillas biotecnológicas en el mundo ha permitido ya la producción adicional de 180 millones de toneladas de soja, 10 millones de toneladas de colza, 25 millones de toneladas de algodón y 350 millones de toneladas de maíz. La biotecnología no sólo permite producir más con menos sino que además lo hace de una forma más sostenible.
La utilización de variedades adaptadas hace posible la reducción de la brecha de producción ante la que nos encontraremos en un futuro. Al adaptarse a las condiciones locales, se hacen más resilientes frente a estreses bióticos (insectos, enfermedades, virus) y abióticos (inundaciones, sequías), obteniendo como resultado un mayor rendimiento. Un reciente estudio económico europeo concluía que los beneficios ambientales del crecimiento de la productividad son muy superiores a los beneficios económicos directos de la expansión de la superficie productiva. Es más sostenible incrementar la productividad agraria que expandir las tierras de cultivo.
Los datos hablan por sí solos. Es evidente que el uso de la biotecnología agraria no es trivial y es uno de los pilares fundamentales para afrontar el reto alimentario al que nos enfrentamos un mundo con una población en constante crecimiento.
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