Científicos del Instituto Boyce Thompson (BTI) en los Estados Unidos y del Centro Nacional de Investigación de Ingeniería para Verduras en Beijing (China), han secuenciado los genomas de dos especies importantes de calabaza …
Científicos del Instituto Boyce Thompson (BTI) en los Estados Unidos y del Centro Nacional de Investigación de Ingeniería para Verduras en Beijing (China), han secuenciado los genomas de dos especies importantes de calabaza, Cucurbita maxima y Cucurbita moschata, para comprender e identificar rasgos deseables: C. moschata es conocida por su resistencia a las enfermedades y otras tensiones, como las temperaturas extremas, mientras que C. maxima es conocida por la calidad y nutrición de la fruta. El híbrido de estas dos especies llamado Shintosa tiene una tolerancia al estrés aún mayor que la primera, y a menudo se usa como portainjerto para otros cultivos de cucurbitáceas.
El proyecto de secuenciación reveló una historia evolutiva interesante para las especies de Cucurbita. Al comparar las secuencias del genoma de Cucurbita con las de otras cucurbitáceas, los investigadores descubrieron que el genoma de la calabaza es en realidad una combinación de dos genomas antiguos, lo que lo convierte en un paleotetraploide. Aunque la calabaza se considera hoy en día diploide, el análisis de la secuencia del genoma reveló que entre 3 y 20 millones de años atrás, dos especies ancestrales diferentes combinaron sus genomas para crear un alotetraploide, una nueva especie con cuatro (tetra) copias de cada cromosoma, de dos especies (alo) diferentes.
Por lo general, cuando se forma un alotetraploide, el genoma experimenta una reducción de tamaño y pérdida de genes, transformando finalmente la nueva especie en un diploide, o uno de los genomas contribuyentes dominará sobre los demás para retener más genes, un fenómeno observado en el maíz y el algodón. Esto no sucedió con las calabazas. El antiguo alotetraploide Cucurbita perdió sus genes duplicados al azar de los dos diploides contribuyentes. Además, el cromosoma ancestral permaneció en gran parte intacto, dejando a la calabaza moderna con dos subgenomas que representan las especies antiguas que contribuyeron al paleotetraploide.
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