Rico en vitaminas, licopeno y antioxidantes, es uno de los vegetales más consumidos. Por qué en ocasiones no huele ni sabe a nada
Por Alberto Cormillot
Es una de las verduras más versátiles. Se come crudo, cocido, en salsas, en ensaladas. El tomate es el agregado ideal para un sándwich y hasta la colación ideal entre comidas. En su versión cherry, el ingrediente que no puede faltar en la vianda del colegio o la oficina.
Pero, ¿por qué a veces no tiene sabor a tomate? Es una duda siempre vigente.
Si bien muchas personas creen que el color y la consistencia del tomate tienen que ver con que sea orgánico, libre de agroquímicos, etc., en realidad eso no está demostrado.
En rigor de verdad, el sabor y la contextura está relacionado con la maduración. Lo ideal es que el tomate madure con 20 a 25 grados de temperatura y al sol durante el día y a la noche entre 15 y 18 grados. La cantidad de sol que toma incide en su color, en el sabor, y las propiedades que puede tener el tomate.
Aquellos que se cultivan en invierno tienen menos gusto porque no estuvieron expuestos al sol y maduraron en la planta; por eso durante los meses de frío este vegetal suele tener menos sabor, menos olor y la pulpa puede llegar a ser más acuosa.
Hoy en día no hay una certificación de un tomate que sea agroecológico, y por otro lado, tampoco hay demostración de que el hecho de que tenga o no fertilizantes influya en alguna de sus características.
Mi recomendación es que es de las verduras más saludables que hay, rico en licopeno que protege de muchas enfermedades, principalmente del cáncer de próstata.
Y para quienes se justifican en que no lo consumen porque no tienen tiempo de hacer ensalada, primero deben saber que el tomate se come de cualquier manera, también procesado en forma de ketchup casero o sopa. Y por último, recordar que tienen 24 horas por día, que es el mismo tiempo que tuvo Miguel Ángel, Steve Jobs o el señor Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo. El asunto es cómo se las utiliza y a qué se decide dedicar el tiempo.
Sus propiedades nutritivas
El tomate se destaca por su contenido en vitaminas antioxidantes y minerales, concretamente la C, E y A. Además, protege la vista, ayuda a proteger los ojos de enfermedades degenerativas o ceguera nocturna y mejora la circulación sanguínea.
Contiene hierro, un mineral importante para la sangre, así como vitamina K, que ayuda a la coagulación.
Una de sus cualidades más conocidas es que tiene licopeno, un pigmento carotenoide con efectos antioxidantes que le otorga su característico color rojo. Se le atribuye un importante efecto anticancerígeno especialmente de riñón, estómago, páncreas y próstata.
Su alto contenido en fibra cuida el tránsito intestinal, evita la aparición de enfermedades que tengan que ver con los órganos gastrointestinales, además de ser un diurético natural debido al contenido de potasio y los bajos niveles de sodio, que favorecen a evitar la retención de líquidos y la eliminación de toxinas.
En general, el consumo del tomate ayuda a tener una buena salud. Fortalece el sistema inmune, previene de enfermedades y contribuye al buen estado de los huesos.
*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.