Bioetanol de caña de azúcar provocaría competencia por el agua


El agua requerida para producir bioetanol de caña de azúcar equivale a 9.000 m3/año por cada hectárea cultivada, lo cual generaría una competencia por este recurso entre las diferentes actividades que se abastecen de las cuencas hídricas, incluyendo el consumo humano.



Así lo estableció Danny Waldir Ibarra Vega, doctor en Ingeniería – Automática de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, quien desarrolló un modelo matemático para evaluar la  sostenibilidad en la cadena de suministro de bioetanol.

Colombia cuenta con cerca de 232.000 hectáreas de caña de azúcar, lo que implica que producir este biocombustible –utilizado principalmente para mezclarlo con la gasolina– se estarían gastando 2.000 millones de metros cúbicos de agua al año.

Hasta el momento el Gobierno nacional no ha establecido una política con respecto a la cantidad de agua que se pueda estimar y destinar para la producción de este biocombustible, lo que lleva a pensar que en Colombia aún no se tienen unos objetivos claros sobre sostenibilidad de la producción de bioetanol de caña de azúcar.

Competencia hídrica

El investigador explica que la captación del agua para su producción en Colombia se obtiene especialmente en la cuenca del río Cauca (región más azucarera del país), que es la que abastece el riego de los cultivos de caña de azúcar.

“Si el caudal disminuye y aumenta el consumo para producción de caña, se pensaría en un riesgo hídrico, algo que en pensamiento sistémico se denomina ‘tragedia del terreno común’” afirma.

Diferentes escenarios

El doctor Ibarra explica que para proyectar la producción de este biocombustible se plantearon diferentes escenarios por medio de la metodología ”dinámica de sistemas”, la cual permite revisar problemáticas mediante simulación y evaluación de situaciones antes de que realmente ocurran, para que el decisor (político o ejecutor) actúe acertadamente.

Con base en la simulación realizada, el investigador manifiesta que a medida que aumenten los cultivos de caña de azúcar y los procesos productivos también aumentará el consumo de agua en el corto y mediano plazo.

Agrega que esto generaría un riesgo hídrico porque una gran cantidad de actividades agrícolas también se abastecen de agua de las mismas cuencas utilizadas para los sistemas de riego de la caña de azúcar.

Por eso hizo énfasis en que la solución a corto plazo es que el Gobierno piense en implementar sistemas de riego mucho más eficientes o estimar límites de producción según la cantidad de agua disponible, y así conocer cuánto se podría producir de bioetanol.

Así no se pondría en riesgo a la población en cuanto al desabastecimiento de agua potable o el abastecimiento de otros cultivos agrícolas que captan agua de la misma zona.

Alta contaminación

Por cada litro de etanol de caña de azúcar producido se generan entre 2 y 3 litros de aguas residuales, lo que indica que la producción de 1.650.000 litros/día de bioetanol genera alrededor de 5 millones de litros de aguas residuales en el país, produciendo una alta carga orgánica en los cuerpos de agua superficiales que las reciben.

“Al aumentar la producción a 10, 15 o 30 años también se descargaría más agua residual, porque no se estarían controlando los vertimientos”, afirma el investigador, e hizo énfasis en que el Gobierno debe tener mayor regulación del volumen tan alto que se genera.

El aumento en la producción de este biocombustible –que seguirá en alza por el interés económico nacional– hace necesario pensar en estrategias como controlar los vertimientos y la cantidad de agua captada, además de establecer una mayor regulación.

Es por eso que en la U.N. Sede Manizales se creó el primer modelo que representa la cadena de suministro de bioetanol en Colombia, con la vinculación de indicadores que permiten evaluar prospectivamente la sostenibilidad y calcular hasta dónde debe llegar el consumo de agua para no poner en riesgo este recurso.

Además del consumo y la calidad del agua, la investigación evaluó otros aspectos de sostenibilidad relevantes como los empleos generados, la flexibilidad del mercado y la cantidad de residuos, entre otros.

La modelación es un insumo para establecer políticas que le apunten a la sostenibilidad de las regiones que produzcan este biocombustible, además para tomar conciencia de la importancia de conservar el recurso hídrico.