“Se dice de mí”: algunos mitos sobre la soja transgénica


Desde hace más de 25 años, la soja transgénica se siembra en Argentina y la consumimos en diversas preparaciones.



Fue el primer cultivo transgénico aprobado en nuestro país. Se habla mucho sobre ella, a veces bien y otras no tan bien. Quienes la conocen, la siembran y/o utilizan en preparaciones alimenticias seguramente encontrarán en este artículo datos que ya conocen; para aquellos que tienen dudas, la información a continuación puede dar respuestas a varias preguntas, ya que nos focalizamos en las  preocupaciones sobre la soja transgénica que más frecuentemente se escuchan. 

MITO 1: «LA SOJA TRANSGÉNICA NO ES SEGURA PARA EL CONSUMO HUMANO»

Luego de 25 años de estudios, investigaciones exhaustivas en todo el mudo han demostrado que la soja transgénica es tan segura como su contraparte convencional para el consumo humano. No se han encontrado evidencias significativas que indiquen riesgos para la salud humana. Incluso, los análisis nutricionales muestran que la soja transgénica y la no transgénica son esencialmente equivalentes en términos de contenido nutricional https://www.argentina.gob.ar/senasa/programas-sanitarios/biotecnologia. Ya hace más de 25 años que el mundo viene consumiendo soja transgénica y sus derivados.

MITO 2: «LOS CULTIVOS DE SOJA TRANSGÉNICA SON PERJUDICIALES PARA EL MEDIO AMBIENTE»

La soja transgénica contribuyó a que se adoptaran tecnologías que contribuyen a proteger el suelo y al ambiente. Esto fue posible ya que la soja transgénica en Argentina se complementó muy bien con el sistema de siembra directa que empezaba a desarrollarse a principios de los 90. La combinación de estas tecnologías llevó a que se protegiera el suelo de la erosión y aumentara la cantidad de carbono retenida en los suelos. Los cultivos de soja transgénica tolerante a herbicidas, principalmente a glifosato, permitieron ampliar el abanico de opciones de control de malezas. Además, la soja Bt, diseñada para defenderse de plagas específicas, redujo la necesidad de aplicar insecticidas en comparación con los cultivos no-Bt.

MITO 3: “LA SOJA RESISTENTE A GLIFOSATO SE VENDE EN UN PAQUETE CON EL HERBICIDA Y EL PRODUCTOR LA TIENE QUE APLICAR ASÍ”

Si bien es común que se escuche hablar del “paquete tecnológico” cuando hablamos de cultivos transgénicos, la soja tolerante a glifosato no se vende en un paquete indivisible con el herbicida. Cada productor es libre de comprar el herbicida que considere más adecuado para aplicar previo y/o sobre su cultivo de soja. Hay muchas empresas de semillas que venden distintas variedades de soja transgénica y también varias compañías que venden glifosato y otros herbicidas aprobados para ser aplicados en el cultivo de soja. La elección de qué semilla y qué herbicidas usar recae en el productor y asesores. 

MITO 4: “ES NECESARIO APLICAR GLIFOSATO SOBRE LA SOJA TRANSGÉNICA TOLERANTE A GLIFOSATO PARA QUE CREZCA”

El glifosato es un herbicida que controla un gran número de malezas y es uno de los tantos herbicidas que se pueden usar en el cultivo de soja. Como herbicida, lo que hace es controlar las malezas que compiten con el cultivo, protegiendo así los rendimientos y la calidad del grano producido. No es necesario aplicar el glifosato sobre la soja para que crezca, pero lo que sí es cierto es que las variedades de soja tolerantes a glifosato permiten que se pueda usar ese herbicida sobre el cultivo sin dañarlo, contribuyendo así al control eficiente de malezas.

MITO 5: «LA SOJA TRANSGÉNICA AFECTA NEGATIVAMENTE A LA BIODIVERSIDAD»

Desde el momento que el ser humano empezó a establecerse en poblados y a hacer agricultura se está afectando la biodiversidad. Siempre que sembremos un cultivo en particular para cosecha, vamos a querer favorecer ese cultivo y controlar a las especies plaga que amenazan la cantidad y la calidad de lo producido. Este efecto no es mayor con los cultivos transgénicos. Incluso podríamos argumentar que los cultivos transgénicos, al permitir lograr mayores rendimientos por unidad de superficie, nos permiten ser más eficientes y necesitar menos superficie para producir lo mismo, protegiendo las áreas naturales. Además, la tecnología Bt (que confiere resistencia a insectos) reduce la necesidad de insecticidas, beneficiando a los organismos benéficos y la biodiversidad.

FUENTE: https://argenbio.org