El reto de la mejora genética vegetal: incrementar en un 60% los rendimientos de los cultivos para 2050


Para alcanzar los objetivos alimentarios, el ritmo de innovación en mejora vegetal hasta el 2050 deberá ser un 60% más acelerado que el observado en las tres décadas anteriores. Las nuevas técnicas de edición genética permitirán conseguir esta aceleración, explica Miguel Hernández uno de los autores del informe desarrollado por el Institut Cerdá con título “Capacidad del sector obtentor para hacer frente a los retos del suministro alimentario”.



Fundación Antama.- Según un estudio elaborado por el Institut Cerdá para la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE)para el año 2050 será necesario incrementar, en promedio y a escala europea, un 60% los rendimientos de los cultivos respecto a la situación actual.

El informe analiza y cuantifica los distintos desafíos que enfrenta el sector, la necesidad de incremento de rendimiento para hacer frente a los mismos, el enorme potencial de contribución de la mejora vegetal y el caso de las nuevas técnicas de edición genética, así como las distintas barreras que encuentra la mejora vegetal para dar respuesta a los desafíos.

Según el informe, el suministro de alimentos a precios asequibles no se encuentra garantizado a medio plazo, siendo necesario abordar los retos a los que se enfrentan los sistemas alimentarios de manera que se puedan configurar soluciones que permitan abastecer a la población en escenarios futuros inciertos.

Desafíos del sector agroalimentario

Entre los desafíos a los que deben hacer frente los sistemas alimentarios se distinguen desafíos de carácter estructural y de carácter coyuntural.

Los principales desafíos de carácter estructural serían: alimentar a una población crecimiento, la imposibilidad de incrementar la superficie de tierra cultivable, hacer frente al cambio climático, la transición hacia sistemas de cultivo más sostenibles, el incremento de coste de los insumos agrarios y la necesidad de garantizar la sostenibilidad económica de la producción agrícola.

El informe recoge datos alarmantes como que se prevé que, como consecuencia del cambio climático, el rendimiento global de los cultivos a nivel mundial descienda entre un 3% y un 12% para mediados de siglo y entre un 11% y un 25% para finales de siglo, o el hecho de que la aplicación de la Estrategia “De la Granja a la Mesa, sin medidas adicionales, suponga una reducción de los rendimientos agrícolas entre un 5% y un 15%.

Resulta por tanto necesario que las medidas adoptadas para hacer frente a los distintos retos vengan acompañadas de instrumentos que permitan garantizar la competitividad de los cultivos y de las zonas donde se producen. De lo contrario, se podría asistir a la pérdida de sectores económicos y de forma asociada, a dinámicas de despoblación de las zonas productoras.

A los retos de carácter estructural se añaden desafíos de carácter coyuntural asociados al escenario actual como la COVID – 19, la guerra de Ucrania o la globalización que convierte la producción agraria en susceptible de ser afectada por disrupciones que emergen en el ámbito internacional.

Potencial de la mejora vegetal

Como consecuencia de la combinación de los diferentes desafíos a los que debe hacer frente la agricultura, en 2050 será necesario incrementar, en promedio y a escala europea, un 60% los rendimientos de los cultivos respecto a la situación actual.

Las nuevas técnicas de edición genética permitirían conseguir esta aceleración. La edición genética de plantas abre un amplio abanico de posibilidades en la obtención de variedades diversas y mejoradas, proporcionando herramientas para abordar desafíos concretos y mantener la seguridad alimentaria en un mundo en constante cambio.

El estudio también analiza una serie de barreras que impiden que la mejora vegetal alcance todo su potencial: barreras de carácter normativo, falta de recursos públicos para la evaluación de las nuevas variedades y falta de reconocimiento por parte de los consumidores y percepciones sesgadas.

Como conclusión a este exhaustivo análisis se deduce que si no se consigue que la actividad obtentora alcance todo su potencial, no podrá garantizarse la seguridad alimentaria. Esto conllevará tener que hacer frente a un incremento de los gastos en alimentación, a posibles roturas en el suministro de determinados productos y al riesgo de desaparición de sectores económicos que permiten fijar población en el medio rural.