La edición genética podría revolucionar la industria del tomate desarrollando un producto más duradero y sabroso


En UC Davis se utilizó CRISPR para inactivar 2 proteínas relacionadas al ablandamiento del tomate y la degradación de pectinas, obteniéndose frutos que a los 36 días mantenían su textura. Se observaron mejoras en otros aspectos clave como en la calidad de la fruta, en la proporción de azúcar a ácido, los compuestos aromáticos y el color de la piel, sin ningún efecto negativo en el producto final.



En el contexto chileno, el tomate ocupa un lugar destacado entre las especies hortícolas cultivadas, representando el 14% de la superficie hortícola nacional en 2020, según el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE).

El tomate, conocido por ser un alimento fresco y nutritivo, destaca como una de las frutas más consumidas en el mundo debido a su versatilidad en diversas preparaciones culinarias. Este producto agrícola no solo es apreciado por su sabor, también desempeña un papel crucial en la economía global, generando ingresos anuales significativos, alcanzando la cifra de 95.620 millones de dólares.

A pesar de su posición destacada en la preferencia del consumidor, la cadena de suministro de este valioso fruto enfrenta desafíos considerables, con pérdidas que varían entre el 25% y el 42%. Estas pérdidas están influenciadas por diversos factores, tales como el área de producción y la disponibilidad de tecnologías poscosecha.

Durante décadas, los programas convencionales de mejoramiento genético de tomates se han centrado en extender la vida útil de las variedades destinadas al mercado fresco, dejando en segundo plano los atributos de calidad basados en las preferencias de los consumidores. Sin embargo, los compradores exigen frutas seguras, ricas en nutrientes, de sabor excepcional y conveniencia, por lo que surge la necesidad de innovación.

En respuesta a esta demanda creciente, y gracias a una investigación liderada por la Universidad de California en Davis (EEUU), y publicada en la revista científica Plants People Planet, se logró obtener con herramientas biotecnológicas de edición genética una variedad de tomate con una mayor vida poscosecha y sus atributos de calidad y sabor inalterables. En detalle, a través de  CRISPR, se inactivaron las funciones de 2 enzimas específicas (una polygalacturonasa y una pectato lyasa) relacionadas al ablandamiento del tomate y la degradación de pectinas, obteniéndose frutos que a los 36 días mantenían su textura.  Cabe destacar que los tomates no mejorados con biotecnología, ya a los 28 días, presentaban severos signos de pudrición. El tomate mejorado genéticamente con CRISPR presentó mayor durabilidad y se observaron mejoras en otros aspectos clave como en la calidad de la fruta, en la proporción de azúcar a ácido, los compuestos aromáticos y el color de la piel, sin ningún efecto negativo en el producto final.

Rendimiento poscosecha de líneas de tomate editadas con CRISPR para desactivar las enzimas poligalacturonasas (PG), pectato liasa (PL) CRISPR y dobles CRISPR PGPL. (a) Time-lapse de fruta representativa de las cuatro líneas de tomate fotografiadas a los 0, 4, 8, 12 y 16 días poscosecha (dph) que muestra diferencias visuales en la integridad de la fruta. (b) Fotografías de cuajados de frutos representativos de las líneas de tomate no editado (WT), CRISPR PG, CRISPR PL y CRISPR PGPL a 28 y 36 dph. La línea negra en los paneles (a) y (b) corresponde a una escala de 10 mm. (c) Evaluaciones poscosecha de pérdida de firmeza (%) (n = 20), pérdida de agua (g) (n = 65–84) y puntuaciones de comerciabilidad (n = 25–30). Las letras minúsculas indican diferencias significativas en cada día de evaluación determinadas por ANOVA seguido de la prueba de Tukey usando un p < .05. Los datos de firmeza se ajustaron con un polinomio de segundo grado con una significancia p < .001 sobre un modelo lineal. La pérdida de agua y la comerciabilidad se graficaron con un modelo lineal, presentando un p = .33 y p = .15, respectivamente, sobre un modelo polinomial. Fuente: Ortega-Salazar et al, 2023.

El director ejecutivo de Chilebio, Dr. Miguel Ángel Sánchez, destaca que «este avance científico es un ejemplo alentador de cómo la innovación y la biotecnología pueden desempeñar un papel fundamental en la mejora de la calidad y la vida útil de los productos agrícolas. Este es otro ejemplo de cómo CRISPR y el mejoramiento genético pueden contribuir a reducir el desperdicio de alimentos, mantener intactas las características de calidad y sabor que buscan los consumidores, y contribuir significativamente a la seguridad alimentaria y la sostenibilidad agrícola».

“Tanto la tecnología como los resultados obtenidos pueden ser utilizados en programas de mejora de cultivos para crear frutas más resistentes en la cadena de suministro sin comprometer su calidad, abriendo así nuevas oportunidades para una producción de tomate más sostenible y rentable en todo el mundo”, agrega Sánchez.

En Chile, según la información facilitada por el Ministerio de Agricultura, el tomate se posiciona como una de las especies hortícolas de mayor relevancia en términos de cultivo. De acuerdo con las estadísticas proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE), este cultivo representó el 14% de la superficie dedicada a la horticultura a nivel nacional durante el año 2020.

Fuente: https://www.chilebio.cl/