La conversión de un 5% de las pasturas en cultivos podría duplicar la producción de biocombustibles


Tanto el etanol como el biodiésel, según se apunta en la investigación, son económicamente factibles, aun cuando son altamente sensibles a los precios de las materias primas


AGENCIA FAPESP/DICYT – La producción de biocombustibles en Brasil, Argentina, Colombia y Guatemala es energéticamente sostenible y aporta una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, si se convierte alrededor de un 5 % de las tierras de pasturas en cultivos de caña de azúcar y otras biomasas, dicha producción en estos países podría duplicarse. Estas son algunas de las conclusiones que surgen del estudio intitulado Biofuels in Emerging Markets: Potential for sustainable production and consumption (“Los biocombustibles en los mercados emergentes. Su potencial para la producción y el consumo sostenible”, en una traducción libre), elaborado en el marco del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN), como parte de sus actividades en cooperación con el Grupo de Trabajo para la Descarbonización del Transporte de la Agencia Internacional de Energía (IEA).

“Evaluamos las opciones tendientes a lograr un aumento de la producción de biocombustibles en los mercados emergentes de Latinoamérica y detectamos que la conversión de pequeñas áreas de pasturas, entre un 0,1 % y un 10 %, podría ser suficiente como para duplicar la producción de biocombustibles. Este aumento en la producción llegaría en buena hora, toda vez que la demanda también es alta”, afirmó Glaucia Mendes Souza, docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (IQ-USP) e integrante de la coordinación del BIOEN, durante la conferencia.

Asimismo, si los créditos de carbono de una tonelada de emisiones de dióxido de carbono evitadas se vendiesen a 10 dólares, por ejemplo, los productores de biocombustibles de América Latina podrían agregar 600 millones de dólares anuales a sus utilidades, un valor calculado con base en la producción de estos países en el año 2019. “Esto podría estimular la innovación y nuevos usos para la biomasa”, comentó la investigadora.

El referido estudio muestra también que deberían tenerse en cuenta las políticas públicas orientadas hacia una economía de bajo carbono con la mira puesta en estimular la producción de biocombustibles y recompensar el actual esfuerzo, que realiza con base en esa fuente energética, y que está logrando una merma de 63,8 millones de toneladas de carbono equivalente anualmente en los cuatro países que abarca el trabajo. Tanto el etanol como el biodiésel, según se apunta en la investigación, son económicamente factibles, aun cuando son altamente sensibles a los precios de las materias primas.

Las recomendaciones

En el documento se pone de relieve que una productividad mayor tiene un alto impacto en las emisiones y puede aliviar la demanda de tierras. Por eso deben estimularse las investigaciones orientadas hacia la intensificación de la producción y la disminución de las emisiones, según recomiendan sus autores. La diversificación de la cartera y los nuevos modelos de negocios en el sector de azúcar y alcohol y de otros biocombustibles (biogás, captura y uso de carbono y bioproductos) pueden también estimular la innovación y la robustez económica, se señala en el documento.

Los autores recuerdan que las plantas de producción de etanol podrían inyectar 25,9 teravatios de electricidad en la red, pero deben contemplarse las inversiones destinadas a incrementar la eficiencia energética. Esas unidades, que llevan a cabo la denominada cogeneración, podrían incrementar el uso de la paja de la caña de azúcar y de variedades desarrolladas para la generación de energía con el fin de elevar la eficiencia y las utilidades y disminuir las emisiones. Por último, el estudio sugiere que el hidrógeno verde elaborado con base en etanol puede erigirse como una alternativa interesante a la electrificación de los vehículos, y utilizando la estructura de reabastecimiento existente.